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Uno de cada tres adultos en España padece intolerancia a la lactosa, según la Fundación Española del Aparato Digestivo. La intolerancia a la lactosa consiste en la incapacidad para digerir la lactosa, el azúcar predominante en la leche.

También llamada absorción insuficiente, esta intolerancia no suele provocar grandes problemas, aunque los síntomas asociados pueden ser molestos.

Se trata de síntomas como:

  • Náuseas
  • Hinchazón
  • Flatulencia
  • Diarrea
  • Dolor abdominal

Estos síntomas también encajan con otros trastornos digestivos, por lo que el diagnóstico de esta intolerancia no siempre es fácil.

Hay que tener en cuenta que existen diferentes grados de intolerancia, por lo que hay personas que reaccionan en cuanto beben leche o comen un alimento con lactosa, mientras que otras solo se encuentran mal si abusan. Tampoco es lo mismo en niños que en adultos; a mayor edad, menos problemas acostumbran a darse en principio.

RECOMENDACIONES PARA SEGUIR UNA DIETA SIN LACTOSA

La lactasa es la enzima responsable de digerir la lactosa, pero en casos de intolerancia, esta enzima se encuentra en pequeñas cantidades y es incapaz de digerir la lactosa.

Por ahora no hay un tratamiento para incrementar la producción de lactasa, pero sí se pueden evitar los síntomas con una dieta sin lactosa.

Para ello, es importante identificar qué alimentos incorporan lactosa como la leche, la mantequilla, la nata o el queso, pero también yogures, embutidos, platos precocinados y salsas.

Ten en cuenta que existen productos que no parecen llevar lactosa en principio, pero sí la incluyen en su composición, como es el caso de los embutidos. Por eso, es importante aprender a leer las etiquetas con los ingredientes.

Además, puedes consultar con tu farmacéutico sobre los suplementos de lactasa, cuyo uso permite en algunos casos tomar y tolerar productos con lactosa. Siempre que los tomes, hazlo siguiendo el consejo de un profesional sanitario.

Qué es la intolerancia a la lactosa

¿CÓMO COMPENSAR LA FALTA DE CALCIO?

En una dieta sin lactosa, se eliminan los lácteos y sus derivados, como son la leche, la mantequilla y el queso, todos ellos fuente de calcio. Para compensar esta carencia, incorpora en tu dieta alimentos ricos en él como las legumbres, los frutos secos, o verduras como las espinacas, la acelga o el brócoli. También pescados como la sardina o el salmón.

Para sustituir la leche, existen bebidas de soja, coco, avena, arroz, almendras, etc. Escoge la versión enriquecida en calcio para compensar la carencia en tu dieta.

En todo caso, evita dejar de consumir lácteos sin un diagnóstico y si tienes síntomas que pueden indicar intolerancia a la lactosa, consulta con un profesional sanitario. En tu farmacia también pueden asesorarte y resolver tus dudas sobre la dieta. ¡Pregúntales!

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